6 meses de Guerra en Ucrania: Refugiados, combates y un lejano fin

Por: AVC/Noticias �
Fotografía: H�ctor AD Quintanar /AVC Noticias


2022-08-29
Las ciudades fronterizas con Ucrania se han convertido en un segundo frente de batalla, donde los voluntarios y las autoridades cada día atienden a miles de refugiados Ucranianos que arriban a Polonia tratando de huir de la guerra.



Héctor Adolfo Quintanar Pérez

Las ciudades fronterizas con Ucrania se han convertido en un segundo frente de batalla, donde los voluntarios y las autoridades cada día atienden a miles de refugiados Ucranianos que arriban a Polonia tratando de huir de la guerra y los combates producidos en la ciudad de Kiev y zonas del este de Ucrania.
La central de trenes de Varsovia, estratégicamente ubicada entre la frontera con Ucrania y Bielorrusia, recibe con comida, café y alimentos a miles de familias diariamente, que la han adoptado como campo de refugio temporal en lo que encuentran un destino al cual huir de las batallas e incesantes bombardeos para iniciar la ocupación.
Cabe destacar que aquí mismo se ha implementado una pequeña guardería para que los niños olviden un poco la desventura de su travesía y convivan con otros compañeros en fuga de la guerra. En este pequeño centro hay algunos juegos infantiles y espacio para pintar, así como ropa que los polacos han donado para la causa.
Se estima que más de un millón de refugiados procedentes de Ucrania han arribado desde el 24 de febrero a tierras polacas, la mayor parte de éstos en tren, convirtiendo a las centrales en campos de refugiados y el segundo frente de batalla más grande en esta invasión de Rusia a Ucrania.
A raíz del bombardeo realizado el día de ayer por el ejército de Putin a unos kilómetros de la frontera con Polonia, la movilización de población civil desplazada se ha intensificado, así como los puestos de seguridad y la postura de Polonia ha cambiado de ser un país "Corredor y santuario" para refugiados, a una posición más defensiva al mandar a parte de su ejército a salvaguardar la región cercana al ataque de ayer.


La población desplazada, en su mayoría mujeres y niños , recorren desesperadamente los callejones de un improvisado pero bien organizado campo de refugiados en la fronteriza ciudad de Medika, en Polonia, a pocos kilómetros del ataque de ayer y una de las ciudades testigos del mismo, puesto que las bombas llegaron a escucharse hasta el recinto donde muchas víctimas revivieron sus temores. Los hombres se han quedado obligadamente a pelear junto a las mujeres que se ofrecen voluntariamente y las que son parte activa del ejército ucraniano. Hay también testimonios de personas mayores que se rehúsan a dejar sus casas en las ciudades bombardeadas y prefieren quedarse a sortear su destino.
Desde aquí, los desplazados, son llevados a estaciones de tren y centros comunitarios donde miles de voluntarios ayudan con comida y guiándolos a sus destinos.
Aún no se puede predecir la duración de esta invasión, lo cierto es que ya no sólo es el este y la capital los blancos del ejército Ruso, sino las cercanías a las fronteras para demostrar el poderío y presionar a los líderes Europeos y por supuesto al ejército Ucraniano.
De todo esto, las víctimas frontales están aquí.
desplazados y la mayoría sin destino más que lejos de su hogar.


 


Los ataques


 



Vinnytsia se encuentra en el centro de Ucrania, albergando cerca de 350 mil habitantes que hasta el día de hoy mantenían una relativa calma en el contexto de la invasión Rusa al territorio Ucraniano. El 6 de marzo su aeropuerto fue bombardeado, cortando así una de las arterias aéreas de comunicación en el país y sus habitantes aprendieron a convivir con la constante amenaza de un bombardeo sin que este se produjera.. hasta hoy.
Misiles de largo alcance fueron colocados en una oficina gubernamental, destruyendo el cien por ciento de su interior, así como un complejo departamental aledaño donde se han contabilizado 21 bajas, todas civiles.
Hasta este momento los bomberos siguen trabajando en el lugar de los hechos así como las autoridades ucranianas de defensa.


 


MYkolaiv , Julio 2022

El bombardeo comenzó a las 3 de la mañana exactamente. Primero fueron 3 misiles y su respectivo temblor en el suelo, las paredes y en todos lados. Las ventanas cimbran y por un momento parece que van a reventar, pero no es así... y eso es bueno. Muy bueno.
El gobierno ucraniano te envía, muy amablemente, una alerta de bombardeo a tu celular para que tengas tiempo de ir a algún refugio. Sin embargo, con los bombardeos en la madrugada resulta complicado porque está prohibido prender las luces de los hogares para no convertirse en un blanco de los misiles.
MYkolaiv ha sido constantemente atacada por los Rusos desde el inicio de la invasión, y el temor y tensión de los habitantes se nota en el aire, ya que han perdido la oportunidad de huir y se encuentran parapetados entre los bombardeos diarios y el estadio del ejército que está en cada rincón tratando de defender sus posiciones y a la población en general.
Todo el pueblo ha sido voluntario de algo.
Ya sea enlistándose o donando dinero, comida, madera y llantas para las barricadas e incluso sus autos para transportar a los soldados y periodistas, a quienes siempre agradecen el Mostrar al mundo lo que los rusos están haciendo con el pueblo Ucraniano. Y no es para menos.
El saldo: Dos universidades: Territorio civil, no militar, ha sido destruido con el fin sólo de crear pánico en la población, pues realmente no hay nada de interés militar ahí. Pero bueno, si la idea es crear miedo, los ucranianos ya no lo sienten tanto.
Yo no me puedo mover del edificio donde estoy.
El casero cerró con llave y me toca aguantar los bombazos que llegan a ser 10 en el lapso de dos horas, con sus respectivas alarmas que despiertan a todo el mundo. Nadie corre ni se mueve. Todos saben que lo único que hay que hacer es esperar y si puedes volver a dormir.
En 48 horas, fueron 20 misiles en granjas, edificios y dos universidades... eso indica ser peligroso para los rusos.

El peor día de un padre: La secuencia de un crímen
Járkov, Ucrania



Era temprano. Las ventanas vibraron y se escuchó el sonido de una explosión, como miles desde que comenzó la guerra, que había golpeado las inmediaciones de donde estaba llevando mis cosas para ir a trabajar. Un amigo, Alexander, de inmediato se ofreció a llevarme a documentar con fotografías el lugar donde había caído ese cohete, ya que sin duda había estado cerca a juzgar por el ruido y la vibración de las ventanas del edificio donde nos encontrábamos.
En el camino supimos que un misil había impactado en una parada de autobús y que había víctimas humanas. Alexander recibió una llamada de un contacto y le informó de la situación.
Al llegar coincidimos con los bomberos y el escuadrón antibombas que ya estaban trabajando en el lugar en medio de hierros doblados, cristales en el suelo y en lo que era una parada de autobús, dos cuerpos de una pareja adulta estaban deshechos entre los escombros. . El misil ruso había impactado muy cerca de ellos y lamentablemente los había matado instantáneamente cuando esperaban un camión, quizás camino a su lugar de trabajo oa su casa, tratando de llevar una vida normal a pesar de la guerra. Todavía se podía oler una especie de aroma a aceite quemado y humo, ya que no tardamos en llegar al sitio.
Allí, a pocos metros de la destruida terminal de ómnibus y casi imperceptible por los escombros y el trabajo del personal de seguridad, se encontraba el cuerpo de un niño tirado en la acera.
Delgado, con los ojos hacia el cielo estaba el cuerpo de Dmytros Kubata. Un niño de 13 años que caminaba con su hermana por la acera cuando cayó el misil, quitándose la vida en el acto.
En cuestión de minutos, y lo más impactante de toda esta historia, es que su padre, Vyacheslav Kubata, llegó a la escena en cuestión de minutos.
Con el amor que sólo un padre puede tener por sus hijos, tocó el rostro del cadáver y con mucha ternura le acomodó los párpados y le tomó las manos. Una mano que no dejaba de tomar en todo momento salvo cuando tenía que revisar alguna pertenencia de su hijo. Pasaron los minutos y el padre sacó un librito y en silencio recitó unas palabras: Estaba rezando. Mientras reinaba el caos, las explosiones, la muerte y la destrucción en el lugar, un padre rezaba por la vida de su hijo sin soltar su mano, como si se aferrara a ella o intentara que lo que estaba pasando no fuera real. Ante esta imagen, una mujer policía le dio un abrazo. Lo único que podemos ofrecer y eso ciertamente no es suficiente.
Ese día fuimos testigos de un crimen. Los niños y los civiles no deben morir en la guerra. Y los padres no deben tomar de la mano a sus hijos asesinados por delincuentes.
Un bosque de pinos y abedules rodea la ciudad de Kharkiv y sirve de frontera natural del país vecino que hoy los está invadiendo. Ahí es donde se libra la batalla entre Ucranianos y Rusos y también es el sitio donde las fuerzas de Putin ocuparon el territorio para colocar su artillería y bombardear de manera constante a la población que en el mejor de los casos huyó y en otros, tuvo que refugiarse bajo tierra hasta por tres semanas mientras el ejército , milicianos y voluntarios resistían y defendían el territorio.
El frente sigue activo, sin embargo, tiene un par de meses que los Ucranianos repelieron los ataques y se apoderaron del terreno que hoy está repleto de artillería nueva y usada, abandonada. Tanques oxidados, basura y balas que se oxidan entre los campos de girasoles que siguen creciendo a pesar de la pólvora, el fuego y la destrucción.
En el terreno y trincheras, sobresalen también un sinfín de botas que los soldados ucranianos presumen . Son botas de goma en su mayoría y en otros casos de campaña. Todas oficiales y reglamentarias del ejército Ruso, regadas por aquí y por allá, algunas colgadas en ramas de árboles quemados y otras semienterradas entre charcos y moscas.
-¿Porqué abandonaron las botas?- pregunto , pensando que en mi lógica son fundamentales para andar.
-No las abandonaron. Los muertos y lisiados no ocupan botas- me responde un oficial , al tiempo que proseguimos por el camino entre los campos de girasoles, pinos quemados y botas abandonadas.