Xalapa, Ver.- (AVC/Sofía Quiñones) En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Yaret Ortega Hernández —instructora en el área de capacitación de la Secretaría de Protección Civil estatal— compartió cómo se mueve cada día por Xalapa, una ciudad donde la accesibilidad aún no forma parte de la vida cotidiana, pese a los avances en el discurso oficial.
Yaret vive con discapacidad visual desde su nacimiento prematuro. Su traslado diario ocurre gracias a una suma de herramientas: memoria espacial, señales auditivas, percepción táctil, tecnología y un bastón blanco que le abre paso entre banquetas irregulares, pendientes y obstáculos que cambian de lugar sin previo aviso.
La ciudad que se recorre sin verla, pero sintiendo cada barrera
“El mayor reto es la inaccesibilidad en las calles”, explica. La guía podotáctil del centro, diseñada para orientar a personas con discapacidad visual, suele estar obstruida por personas u objetos. No es la infraestructura, dice, sino el desconocimiento —y a veces la indiferencia— lo que convierte ese apoyo en un trayecto incierto.
A ello se suma un elemento menos visible, pero igual de presente: la actitud ciudadana.
“La empatía empieza desde casa; aunque las calles estén en buen estado, hay gente que mal estaciona sus vehículos o se burla porque creen que no nos damos cuenta”.
Transporte público: entre la disposición y el riesgo
Cuando sube a un autobús, Yaret mide el comportamiento del conductor. Algunos se detienen con calma, la orientan y cuidan los frenazos; otros “se ponen a jugar carreras y dan enfrenones”, generando riesgos para todas las personas pasajeras, en especial para quienes dependen del equilibrio y la anticipación para sostenerse dentro de la unidad.
Servicios esenciales que siguen sin ser accesibles
En la banca, los cajeros automáticos no pueden ser utilizados de manera autónoma por personas con discapacidad visual. Este detalle la obliga a depender de acompañantes, incluso para operaciones básicas.
En los centros de salud ocurre algo similar: pocas veces encuentra personal capacitado para orientar o guiar. “A veces lo más simple, como ubicar un consultorio, se vuelve complicado”, relata.
Avances limitados y políticas que se quedan en el anuncio
Yaret reconoce que hay iniciativas, pero pocas se han traducido en cambios reales. Incluso señala que, en algunos casos, los espacios laborales destinados a personas con discapacidad terminan ocupados por personas sin discapacidad, lo que profundiza la exclusión que se busca combatir.
Qué debería cambiar: formación, supervisión y eliminación de obstáculos
Desde su experiencia, las prioridades son claras:
Capacitar a jefes de ruta, operadores de autobús y taxistas en atención a distintos tipos de discapacidad.
Supervisar quiénes están realmente preparados para brindar transporte seguro y accesible.
Retirar obstáculos en banquetas: postes, comercio ambulante, autos mal estacionados, rampas mal diseñadas o árboles colocados como adornos.
Un llamado a autoridades y ciudadanía: “Escuchen y pregúntenos”
Yaret insiste en que las autoridades deben escuchar a las personas con discapacidad y generar empleos adecuados a sus perfiles. “No buscarnos solo el 3 de diciembre o cuando les convenga”, subraya.
A la ciudadanía, le deja una invitación sencilla: acercarse sin temor y preguntar.
“Observar sin ofrecer ayuda puede resultar incómodo. Lo recomendable es dirigirse, y con gusto contestaremos las dudas”.