Xalapa, Ver.- (AVC/Verónica Huerta) Los nervios y la emoción estuvieron al cien entre los fanáticos de la Selección Mexicana; la suerte socorrió a los xalapeños con la pantalla colocada otra vez por el deportista de la colonia Emiliano Zapata, David Castillo Campos en el parque Juárez.
Los aficionados pusieron toda su concentración; sus cinco sentidos estaban dirigidos a la proyección de la imagen de una pantalla de apenas 36 pulgadas y una bocina portátil que repetía las imágenes y la crónica deportiva desde el otro lado del mundo, Qatar.
Lo opuesto a los aficionados que se sentaron en el piso del parque; en los restaurantes, bares, y taquerías de la avenida Ávila Camacho y el centro histórico se observó a los otros xalapeños que disfrutaban el partido de fútbol con una cerveza fría, unas alitas bañadas en salsa de mango-habanero, o la orden de tacos al pastor bien servida con su cilantro, cebolla y piña.
En los bares, la cerveza, la botana de cacahuates, el pozole y los tacos de salsa chicharrón estaban en la mesa, a pedir del cliente que sufría y gozaba a la vez con el encuentro México-Arabia.
Por 90 minutos, en las calles y avenidas dejó de escucharse el ruido propiciado por los miles de vehículos particulares y camiones del transporte público, incluso había fluidez en la vialidad del centro histórico.
Había un solo sonido: El de los cronistas de las diversas televisoras que transmitían las jugadas, pases, y goles de los mexicanos en Qatar, y todos estos se repetían en las bocinas de las pantallas, televisiones, radio, y hasta de los celulares con internet.
En el inicio de la segunda parte del partido contra Arabia Saudita, el gol que marcó la selección mexicana con Henry Martín dio alivio a los aficionados que deboraban las botanas o las uñas, lo que se pudiera para calmar los nervios; y el segundo gol cometido
segundos después por Luis Chávez ofreció la esperanza a México de poder calificar a los octavos de final.
Casi para finalizar el juego, cada vez que la selección mexicana estaba a nada de lograr el tercero y el cuarto, los aficionados ovacionaban con un largo gooooooooool! Pero a instante se daban cuenta que no fue posible anotar.
Antes de las cuatro de la tarde, se supo que el partido había terminado, que el minuto 90 marcó el regreso de la selección mexicana a su país; y se conoció todo esto por las caras tristes, de decepción, y de las clásicas frases “jugamos cómo nunca y perdimos cómo siempre”.
En los bares, los parroquianos ya entonados, con una tristeza que les duró apenas cinco minutos; comenzaron a burlarse de la desgracia de haber pérdido, de no calificar para octavos y fue fácil levantar el tarro, la botella con cerveza y exclamar “vamos a beber para olvidarnos que perdimos”.
En tanto que el jugador de futbol, David Castillo Campos, se quedó sólo en el parque Juárez; apenas perdió la selección mexicana y los más de 40 espectadores concentrados frente a su pequeña pantalla se retiraron en seguida.
En seguida se quitó la playera verde, y se quedó con una color gris para comenzar a retirar los cables, la pantalla y la bocina que llevó para compartir la emoción del futbol con los xalapeños, “así es esto, un sabor agridulce, no hay más que hacer”, finalizó David de apenas 23 años, y que en su niñez soñó formar parte de la selección mexicana.