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miércoles 09 de julio de 2025
   
Comunidades denuncian que pesticidas para cultivo de papa amenazan su salud y un bosque de niebla
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Comunidades denuncian que pesticidas para cultivo de papa amenazan su salud y un bosque de niebla Foto: AVC / Noticias
Mongabay Latam / es.mongabay.com.  
2025-07-08.- Una escuela rural de Veracruz cerró en 2024 tras casos de intoxicación posiblemente ligados a pesticidas usados en monocultivos de papa. Se identificaron 16 sustancias tóxicas, algunas prohibidas. El avance agrícola amenaza una zona de bosque de niebla y fuentes de agua.

 


Por Rodrigo Soberanes| Mongabay


Las aulas de la escuela primaria Adolfo López Mateos están vacías. Sus estudiantes y maestras se fueron tras enfermarse en junio de 2024. A escasos metros de las butacas de los alumnos se encuentran grandes extensiones de cultivos de papa, en los que se emplean fumigantes sintéticos de forma intensiva. Respirarlos, aseguran algunos habitantes de la zona, ha sido una fuente de afecciones.


Esta escuela rural, fundada hace 30 años, está en El Naranjo, una de las comunidades del municipio de Tlalnelhuayocan, en el Golfo de México. Desde 2010 llegaron hasta allí “los paperos” a alquilar predios para las siembras. Ahora la escuela está abandonada y polvosa, y en el patio crece la hierba, mientras los cultivos permanecen.


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Los reclamos de las comunidades llevaron a que la Secretaría de Educación de Veracruz la cerrara “temporalmente” en 2024, pero ni las maestras ni las familias volvieron por temor a exponerse a sustancias potencialmente tóxicas.


Escuela Adolfo López Mateos, abandonada tras denuncias de la comunidad por afecciones de salud vinculadas, posiblemente, al uso de agroquímicos en plantaciones de papa. Foto: Rodrigo SoberanesEscuela Adolfo López Mateos, abandonada tras denuncias de la comunidad por afecciones de salud vinculadas, posiblemente, al uso de agroquímicos en plantaciones de papa. Foto: Rodrigo Soberanes


Pese a que, en marzo de 2024, ese municipio aprobó un reglamento en el que se establece “evitar” el uso de herbicidas, insecticidas, fungicidas y otros fumigantes prohibidos para México en los cultivos —o que estén prohibidos en acuerdos ambientales internacionales firmados por México—, en el recorrido realizado por Mongabay Latam se evidenció que la realidad es otra y que se siguen empleando sustancias tóxicas.


Alrededor de la institución educativa y de los cultivos de papa también se encuentran unos pequeños parches de bosque de niebla que están en riesgo de desaparecer ante el avance del monocultivo. Esa zona boscosa, localizada a 1600 metros sobre el nivel del mar, en Veracruz, el tercer estado más poblado de México, es la última región tropical del sur de México, antes del inicio del altiplano que conecta con el norte del país.


Imagen aérea de la escuela Adolfo López Mateos, rodeada de predios dedicados al monocultivo de papa con agroquímicos. Foto: Google MapsImagen aérea de la escuela Adolfo López Mateos, rodeada de predios dedicados al monocultivo de papa. Foto: Google Earth


Denuncian afectaciones en la salud


Entre 2022 y 2024, la investigadora de la Universidad Veracruzana, Linda Marín, PhD en recursos naturales y medio ambiente, documentó al menos 16 plaguicidas que se estarían utilizando en las plantaciones de papa cercanas a la escuela. Entre ellos, identificó insecticidas, fungicidas, nematicidas (pesticidas para matar parásitos), herbicidas y rodenticidas (pesticidas para matar roedores).


“Muchos de ellos —aseguró— están categorizados como altamente tóxicos”. Además están incluidos en convenios internacionales, como el Convenio de Estocolmo (que establece un régimen internacional para controlar el uso de contaminantes) y el de Rotterdam (que regula plaguicidas y químicos peligrosos), ratificados por México.


Por medio de entrevistas y de recorridos en campo, Marín conoció que los alumnos estaban expuestos a ellos diariamente y por periodos de hasta seis meses.


Adriana* y Alejandra*, madres de dos niñas que asistían a la escuela, comentan que, durante el tiempo en que estudiaron allí (en 2022 y 2023, respectivamente), presentaron síntomas como vómitos, mareos, falta de apetito y urticaria. También las notaban con falta de energía y distraídas. Las dos pidieron mantener su identidad bajo reserva por las tensiones que ha generado la siembra de papa en su comunidad.


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Recuerdan que, cuando inscribieron a sus hijas en la institución, era común ver a las dos profesoras del plantel enfermas. Presentaban síntomas similares a los de las menores y manifestaban que sus afecciones estaban relacionadas con el uso de pesticidas en los cultivos cercanos a la escuela.


“Las maestras ya habían presentado problemas en la garganta, faltaban a clases en ocasiones y nos decían que se sentían mal. A veces daban clases sin voz”, contó Adriana. Las complicaciones de salud se incrementaron al llegar agosto. En esa temporada, los “paperos” utilizaban químicos como el metamidofos —un plaguicida que ha sido prohibido en países como Perú y Brasil— y el fosfuro de aluminio —un pesticida e insecticida que puede ser letal—, considerados sustancias altamente tóxicas.


Después, los productores aplicaban otras sustancias químicas para eliminar hongos y estimular el crecimiento de las papas. Aunque las maestras pedían la intervención de autoridades en su municipio, la comunidad denuncia que no recibió respuestas. Pese a que Mongabay Latam consultó a las autoridades de Salud y de Educación para conocer su versión, al cierre de esta edición no obtuvo respuesta.


Aula vacía de la escuela Adolfo López Mateos. Foto: Rodrigo SoberanesAula vacía de la escuela Adolfo López Mateos. Foto: Rodrigo Soberanes


A la par de las siembras, la escuela implementó un programa de “comida caliente” en el que participaban algunas madres, quienes se encargaban de darles desayuno a los estudiantes. Se hacía a las ocho de la mañana en el patio de la institución, pero desde las siete los paperos comenzaban a rociar pesticidas.


“Mi niña empezó con náuseas, vómitos y síntomas de desmayo. Se ponía blanca”, contó Alejandra. Sus compañeros tuvieron situaciones similares. “Yo lo que observé es que fueron todos [los estudiantes]. No todas las mamás quisieron mencionar que sus niños se sentían mal, pero a cada rato faltaban”, contó Adriana.


Cuando la bióloga Linda Marín —que actualmente colabora con la organización Ánima Mundi, dedicada a la promoción de la salud y la alimentación desde la bioculturalidad— recorrió Tlalnelhuayocan para hacer su investigación, se reunió con las madres de la escuela. En uno de los predios aledaños encontraron los envases de productos químicos que se usan para el cultivo.


“Salimos al campito que rodea la escuela y vimos los envases de plaguicidas, fungicidas y bactericidas de diferente tipo”, contó a Mongabay Latam. Eran 16 plaguicidas diferentes y todos, según evidenció a partir de las etiquetas de los envases, eran “súper tóxicos”.


Envases de agroquímicos abandonados en una plantación de papa, en el bosque de niebla de Coatepec. Foto: Rodrigo SoberanesEnvases de agroquímicos abandonados en una plantación de papa, en el bosque de niebla de Coatepec. Foto: Rodrigo Soberanes


Desde ese momento articuló su investigación con organizaciones de la sociedad civil, como Ánima Mundi, y con la asociación Senderos y Encuentros para un Desarrollo Autónomo Sustentable (SENDAS A.C.), que ya trabajaban en Tlalnelhuayocan, buscando incidir a favor del derecho a la salud y la educación de los pobladores afectados.


Luego de que Marín entregó información a las familias, fue que “la Secretaría de Educación tomó la decisión de suspender las clases”, aseguraron las madres.


Como explicó la investigadora, en febrero de 2024 la directora de la escuela le comunicó a Protección Civil del Ayuntamiento de Tlalnelhuayocan las complicaciones de salud que ocurrieron mientras se fumigaba el cultivo de papa adyacente a la escuela. Entonces, la entidad dio la instrucción de interrumpir las clases presenciales y pasar a modalidad virtual.


En septiembre de ese mismo año se realizó una reunión con autoridades educativas, de salud y del municipio. La intención era reabrir la escuela para cumplir con el ciclo escolar 2024-2025, pero las familias pedían que se suspendiera la siembra de papas alrededor. Como esto no sucedió, no hubo acuerdo.


La escuela siguió cerrada y la siembra de papa continuó en las inmediaciones de la institución abandonada. Esto, pese a que el reglamento del municipio prohíbe los cultivos de papa a menos de 500 metros de lugares especiales, como escuelas.


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Cuando las hijas de Adriana* y Alejandra* dejaron de asistir a la institución, aseguran que notaron una mejoría en su salud. El sembradío de papa más cercano a su casa se encuentra a unos 400 metros y ahí “ya no nos llega tan directo” el olor de los pesticidas, dijeron.


Aunque todavía no se han realizado estudios por parte de las autoridades para comprobar la relación entre el uso de agroquímicos y los padecimientos de salud, los habitantes de la zona y las organizaciones que los apoyan consideran que los estudios de la investigadora Marín pueden apoyar la documentación necesaria.


Una plantación de papas ubicada a menos de 100 metros de un río, en el municipio de Tlalnelhuayocan. Foto: Rodrigo SoberanesUna plantación de papas ubicada a menos de 100 metros de un río, en el municipio de Tlalnelhuayocan. Foto: Rodrigo Soberanes


Al visitar la escuela Adolfo López Mateos, por ejemplo, un poblador contó que él y otros vecinos le entregaron a la investigadora unas muestras de orina. Pese a que los resultados aún no han sido publicados, Marín accedió a compartir parte de la información obtenida para este reportaje.


Según los hallazgoshay trazos de insecticidas, bactericidas, nematicidas y fungicidas en las muestras de los habitantes, que, al igual que las maestras y los alumnos de la escuela, han estado expuestos a productos agroquímicos utilizados para el monocultivo de la papa.


Mongabay Latam intentó contactar a las entidades involucradas para conocer por qué no se han adelantado estudios oficiales tras las denuncias de la comunidad. Desde el área jurídica y de la dirección de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Tlalnelhuayocan aseguraron que le “dieron seguimiento” al tema y manifestaron su disposición para una entrevista. Al cierre de esta edición no se concedió ese espacio.


Según un productor de papas que renta terrenos en esa región, y que pidió mantener su nombre bajo reserva, para los cultivos se usan agroquímicos porque los mercados les exigen cantidad y buena apariencia en los productos. “La gente compra la vista, no compra el producto en sí. Se van por la vista más que como esté por dentro”, le dijo a Mongabay Latam.


Aseguró, además, que en su caso evita rentar tierras cercanas a casas, escuelas o cuerpos de agua, y que “sería mejor fumigar después del horario de clases, [pues] todo producto es nocivo, pero hay unos que son más graves y dependen del cuidado que se tenga en la aplicación”. Sin embargo, señaló que hay otros cultivadores que “no son cuidadosos”. “Son más fuertes, son los que siembran más hectáreas. A ellos no les importa; quieren sacar cantidad, producir, y no les importa la salud de los demás”, dijo.


La papa amenaza un ecosistema clave


El caso de la escuela Adolfo López Mateos es muestra de una problemática que también está afectando un área natural protegida donde se encuentran 5880 hectáreas de bosque de niebla, también catalogado como bosque mesófilo.


Se trata del Archipiélago de Bosques y Selvas de la Región Capital del Estado de Veracruz, decretado en enero de 2015 y que abarca cinco municipios, incluido el lugar donde está la escuela. Es una región productora de agua y servicios ambientales.


El decreto expone la importancia ambiental de la región que ahora es presionada por el monocultivo: “El bosque mesófilo de montaña del centro de Veracruz es un ecosistema que está en peligro de desaparecer”, se lee en el documento. En 1993, agrega, solo se contaba con el 10 % del bosque originalde la región, una cifra que ha disminuido en los últimos años. Actualmente quedan 19 fragmentos de bosque de niebla relativamente no perturbado.


Paralelamente, en 2010, el cultivo de papa en Tlalnelhuayocan no superaba las 10 hectáreas. Para 2023, según información oficial publicada en el Sistema de Información Agroalimentaria para Consulta (SIACON), y obtenida por SENDAS A.C., esa área aumentó hasta ocupar 79 hectáreas.


Imágenes aéreas del municipio de Tlalnelhuayocan muestran el avance del monocultivo sobre superficies de bosque de niebla. Foto: Google EarthImágenes aéreas del municipio de Tlalnelhuayocan muestran el avance del monocultivo sobre superficies de bosque de niebla. Foto: Google Earth


En la zona también se encuentra un rancho con caballos finos y casas de lujo, donde se pueden observar decenas de hectáreas sembradas con papa. Las siembras se encuentran en inmediaciones de los ríos Agüita Fría y Xocoyolapan, y, según los pobladores, allí “se lavan los envases” de los productos químicos. “Cuando pasa uno por esos ríos en la noche ya no se escuchan las ranas de antes”, dice Adriana*.


Como explica un estudio de la investigadora Marín, el bosque de niebla es un lugar de montaña con alta precipitación. Por eso, señala, “es predecible que los plaguicidas y sus productos secundarios lleguen por escorrentía a las cuencas y microcuencas de la región y las contaminen”.


En otro estudio (que aún está por publicarse) en el que participó Marín junto al doctor Jaime Rendón, investigador de la Universidad Autónoma de Campeche, se documentó la presencia de glifosato en el agua de dos manantiales aledaños a terrenos donde hay monocultivo de papa en la misma región donde se encuentra Tlalnelhuayocan.


Otras investigaciones también reportan concentraciones de cadmio por encima de los límites permisibles en la cuenca del río Piaxquiac, a la que pertenecen los municipios de Coatepec y Tlalnehuayocan.


Una contaminación que se repite en la región boscosa


Al lado de Tlalnehuayocan se encuentra Coatepec, un municipio famoso por la producción de café. Ahí también hay, por lo menos, 66 hectáreas con monocultivos de papa sembrados cerca de cuerpos de agua. Su expansión amenaza los bosques de niebla remanentes y es común el uso de agroquímicos cerca de las fuentes que abastecen una zona urbana de más de 60 000 habitantes.


En Coatepec está la comunidad de Cinco Palos, una pequeña población que, en 15 años, ha cambiado radicalmente por la cantidad de terreno que ha dedicado al monocultivo. Hay más tiendas de agroquímicos (tres) que escuelas (una), y la población “está acostumbrada a sentirse mal cuando fumigan”, contó un poblador de esa comunidad.


Imagen aérea de la comunidad de Cinco Palos, en el municipio de Coatepec, que se encuentra rodeada de plantaciones de papa. Foto: Google MapsImagen aérea de la comunidad de Cinco Palos, en el municipio de Coatepec, que se encuentra rodeada de plantaciones de papa. Foto: Google Earth


El aumento de la superficie sembrada para el monocultivo de papa se registra de forma similar en otros municipios de esa región boscosa del Golfo de México, como Xico, que pasó de 20 a 140 hectáreas; Ayahualulco, de 530 a 597; y Jalacingo, de 649 a 1035 hectáreas.


Ante el drástico avance, la asociación SENDAS —que ha denunciado por casi 10 años el cultivo de papa con agroquímicos en los bosques del área natural protegida— desarrolló un Programa de Ordenamiento Ecológico Regional junto con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), con la participación del Instituto de Ecología A.C. y la Secretaría de Medio Ambiente de Veracruz.


El documento, que tiene carácter obligatorio, regula la siembra de monocultivos con sustancias tóxicas en 11 municipios, incluidos los seis que se encuentran dentro del área protegida, como Coatepec y Tlalnehuayocan.


Allí también se establece que las autoridades municipales deben vigilar la aplicación de agrotóxicos a menos de 500 metros de “viviendas, espacio público, poblado o cuerpo hídrico utilizado para el abastecimiento de agua para uso humano (ríos, manantiales, cajas de agua, presas) o de ecosistemas importantes para sostener la vida en la región”.


Sin embargo, como se pudo evidenciar durante el recorrido realizado por Mongabay Latam, en siete comunidades de los municipios de Tlalnehuayocan, Coatepec y Xico, dicho plan de ordenamiento no se cumple.


Todas las plantaciones de papa visitadas (aproximadamente 30) se encontraban a menos de 500 metrosde un cuerpo de agua o de las viviendas.


Imagen de un cerro donde la vegetación fue retirada para sembrar papas bajo el mecanismo de monocultivo. Foto: Rodrigo SoberanesImagen de un cerro donde la vegetación fue retirada para sembrar papas bajo el mecanismo de monocultivo. Foto: Rodrigo Soberanes


Un cultivo que aumenta por la “necesidad”


En Xalapa, la capital de Veracruz, se puede ver una panorámica de toda la región del bosque de niebla. La vista incluye los volcanes Pico de Orizaba y Cofre de Perote. Detrás de esas dos montañas está el inicio del México árido.


Desde allí bajaron los paperos porque los suelos que han explotado por décadas con el monocultivo “ya no dan el rendimiento que los inversionistas esperan”, explicó Gina Vidriales, coordinadora de la asociación SENDAS. Por eso se fueron moviendo hacia el bosque de niebla, comenzando por comunidades como Matlalapa, en el municipio de Xico, a 2070 metros sobre el nivel del mar.


Ahí estaba Ricardo, que por “la maldita necesidad” —dijo— tuvo que acceder a rentar sus tierras a los cultivadores de papa. Se fracturó un pie y no tenía dinero para el doctor, por eso rentó media hectárea a cambio de 10 000 pesos mexicanos (524 dólares) por una cosecha.


El investigador Jordi Vera, integrante del Colectivo Territorios Libres de Agrotóxicos, realizó una investigación en la que obtuvo el testimonio de personas que viajaron desde el altiplano buscando tierras donde sembrar papas con agroquímicos.


«Cuando rentas no tienes nada seguro”, dijo al investigador una persona, cuyo nombre no es revelado por motivos de seguridad. “No lo hacíamos por ir a contaminar. Si salíamos a trabajar (fue) para darle de comer a la familia y darle a la gente. Es por necesidad», agregó.


Cuando termina la cosecha de papas, los dueños de los predios acostumbran a sembrar maíz. Foto Rodrigo SoberanesCuando termina la cosecha de papas, los dueños de los predios acostumbran a sembrar maíz. Foto Rodrigo Soberanes


Es por esto que en abril último las organizaciones SENDAS y Ánima Mundi se reunieron con el legislador Adrián Naveda, que representa a la región en la Cámara de Diputados. Durante la reunión, en la que Mongabay Latam estuvo presente, se hizo énfasis en que las autoridades ambientales, las de salud y las de educación no han atendido el problema, y se le entregaron los resultados de los estudios realizados hasta el momento.


El diputado federal pidió información a la Secretaría de Salud de Veracruz vía Transparencia para conocer cuál ha sido la actuación de esa autoridad en los municipios de la región boscosa donde se practica el monocultivo de la papa. En la respuesta de la autoridad, a la que este medio tuvo acceso, se informa que no ha recibido ninguna solicitud de inspección sanitaria ni denuncias directas de habitantes de la región ante el despacho.


Sin embargo, las comunidades y organizaciones que los apoyan insisten en que las denuncias sí se han hecho públicamente y que la situación es de amplio conocimiento.


La Secretaría de Salud también asegura que en los últimos 10 años se han realizado “verificaciones sanitarias en la región”, pero no han dado a conocer los resultados ni si tuvieron relación con la siembra de papas. Además, en su respuesta se evidencia que no se ha realizado ninguna verificación en Tlalnelhuayocan, donde está la escuela cerrada.


Mongabay Latam trató de contactar al municipio de Tlalnelhuayocan por teléfono y vía correo electrónico, pero al cierre de esta edición no obtuvo respuesta.


En medio de este panorama, el legislador Naveda propuso impulsar una iniciativa de ley que promueva los cultivos sin el uso intensivo de agroquímicos y sin el esquema de monocultivo, así como una denuncia colectiva que busque garantizar el derecho a un ambiente sano.


En la reunión se fijaron fechas y dinámicas de trabajo para que las organizaciones construyan la iniciativa de ley en conjunto con el equipo del legislador. Sin embargo, es un trabajo de largo plazo. Crecerá mucha hierba y entrará mucho polvo en la escuela vacía y, probablemente, también crecerán muchas papas alrededor.


*Imagen principal: escuela Adolfo López Mateos, ubicada en una zona boscosa del municipio de Tlalnelhuayocan. Foto: Rodrigo Soberanes





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