José Luis Couttolenc Soto
Fotos: Luis Fernando Fernández
28/05/2025, Xalapa, Ver.- Responsables y encargados de editoriales independientes expusieron algunos de los problemas habituales que tienen que sortear en su día a día, y expresaron que pocas casas editoras universitarias sostienen una política de coediciones que insufla aire fresco a sus programas de publicación.
Este encuentro se dio dentro del 7º Foro Editorial “La edición independiente como práctica comunitaria”, realizado en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2025 de la Universidad Veracruzana (UV), en el que participaron Tomás Granados Salinas, de Grano de Sal; Alejandra Retureta Betancourt, de Cooperativa Editorial Heredad; y Mauricio Sánchez, de Editorial Gris Tormenta.
Entre los problemas que enfrentan, mencionaron la insuficiencia de puntos de venta, crédito a la medida de su ritmo de producción, rentabilidad de espacios para la difusión masiva y la discusión de obras que han causado sus desvelos y se han vuelto telón, resultado de no tener una reacción creativa actual.
Agregaron que, de acuerdo con algunas encuestas, alrededor del 50 % de los editores independientes combinan dos y hasta tres trabajos para subsistir; el 21 % no recibe ingresos por esta labor, y para el 7 % representa su único ingreso.
Tomás Granados Salinas, Alejandra Retureta Betancourt y Mauricio Sánchez expusieron problemas que tienen que sortear las editoriales independientes
A diferencia de las grandes editoriales tradicionales, mantienen un mayor control sobre su proceso editorial y a menudo se centran en géneros, estilos o autores de su propia empresa; sin embargo, manifestaron su preocupación ante la probabilidad del audiolibro que cada vez es más nítida, por lo que esperan que en corto tiempo “con el frío auxilio de la inteligencia artificial” este formato forme parte, junto con el eBook (libro electrónico), del menú estándar de opciones para llegar al público y la distribución bajo demanda.
Quienes se desenvuelven en el tema de la microedición se autodescribieron como una comunidad estimulante, “casi idílica”, pero, dijeron, son una comunidad imaginada del libro literario, político, experimental, exigente, del libro orgullosa y masoquistamente no comercial.
Coincidieron en que constituyen una comunidad que engendra compañerismo y un sentimiento de fraternidad que, a la vez, da origen a un conformismo un tanto desesperante que ve florecer a escritoras y escritores.
También reconocieron que frente a ellos se han abierto caminos con dos sistemas informáticos de administración especializados en editoriales, pero estos se han desarrollado fuera del país; no obstante, con adaptaciones a las peculiaridades de su entorno y a pesar de las circunstancias positivas, perciben débil a su comunidad y con un letargo a su alrededor.
Señalaron además la necesidad de instaurar programas que permitan la profesionalización de las editoriales independientes, esto para mejorar en la productividad de su quehacer.