Por: Efraín Quiñonez León

Tiro Libre

Tratándose de elecciones generales o locales, los comicios siempre despiertan algún interés entre la ciudadanía. Aunque las diferencias son ostensibles en cada proceso como tal, es verdad que hemos desarrollado toda una práctica del ejercicio del sufragio como un derecho ciudadano, de modo que ahora siempre que somos convocados a participar lo hacemos en una buena cantidad de mexicanos. Los datos globales acerca de los porcentajes de votación del electorado en nuestro país no son muy diferentes a los de las democracias más consolidadas. En promedio, los mexicanos asistimos a las casillas para elegir a nuestros representantes en un porcentaje ligeramente por encima de la mitad del padrón electoral. Con otras palabras, la ciudadanía en México suele alcanzar un nivel de participación en las urnas que va del 50 al 60% de los electores registrados en el padrón. Dependiendo del proceso electoral que se trate, la ciudadanía termina en su mayoría por asistir a depositar sus sufragios en los centros de acopio oficialmente habilitados para tales fines.

Este comportamiento es digno de ser recocido, pese a las múltiples interferencias que todavía contaminan los procesos electorales e incluso, con las agravantes del descrédito que socialmente tienen los políticos, los propios partidos y la incidencia de redes criminales, así como poderes fácticos que, mediante presiones o financiamiento, intentan proteger sus intereses. No obstante la desacreditación a los órganos electorales esgrimida desde los actores políticos y los medios, la percepción ciudadana es que contamos con instituciones capaces de conducir el proceso, realizar un trabajo profesional de cómputo de los resultados y elecciones más o menos creíbles con base en todos estos elementos y otros que podrían sumarse a este compacto catálogo. Pero hoy, pese a su profesionalismo, es una de las instituciones penetrada por el oficialismo y quizás muy pronto veamos su colonización, retrotrayéndonos a las etapas más ominosas del régimen autoritario.

Como se sabe, paralelamente a las elecciones de los nuevos integrantes del Poder Judicial, también habrán comicios locales en Durango y Veracruz. En el primer caso se eligen 39 presidentes municipales, 39 síndicos y 326 regidores; mientras que en el segundo, serán electos 212 alcaldes, 212 síndicos y 630 regidores. Aunque en ambas entidades existe un clima de inseguridad, no es menos cierto que, Veracruz, destaca como una de las zonas más preocupantes al respecto que, además, ya ha cobrado sus primeras víctimas. La prensa ha reportado en los últimos días el retiro de candidatos de la contienda debido a amenazas y, también, fueron asesinados los candidatos del partido oficial en Coxquihui y Texistepec. Esto ha obligado a partidos y candidatos a solicitar protección para continuar con sus actividades políticas. Por estas razones, el gobierno federal desplazó alrededor de 3 mil efectivos de la Guardia Nacional para cuidar el proceso y brindar una protección adicional para los actores políticos y las instituciones que están involucradas en el proceso. Se suman a estos 3 mil elementos, aproximadamente mil más de las diversas corporaciones existentes en Veracruz; lo que hace un total de cerca de 4 mil efectivos a fin de resguardar las elecciones.

Al menos en el caso de Veracruz, cabe destacar que hay una ruptura entre la coalición oficialista. Es decir, entre Morena, PT y el PVEM. En realidad, se trata más bien de un rompimiento con el PT, pero que es el resultado de causas exógenas. Dicho por los propios dirigentes petistas, se trata de un rompimiento debido a una falta de acuerdos o la incapacidad de renovarlos. Por ello es que el PT va con candidatos propios en varios municipios. No obstante que, en general, las encuestas hasta ahora publicadas por las empresas acreditadas en el INE para tales fines, otorgan una intención de voto ampliamente favorable a Morena en el contexto estatal, en algunos casos específicos esta ruptura puede ser la diferencia entre el triunfo y la derrota. Con otras palabras, las cifras reportadas en las encuestas preveen que Morena se alzará con el triunfo en más de la mitad de los municipios veracruzanos, pero habrá dificultades en algunos enclaves (tanto en el ámbito urbano, como en el rural) debido a las lógicas muy locales de las disputas por el poder y a la presencia de redes delictivas que buscan el control del territorio y entran a la disputa por los cargos para proteger y/o ampliar su influencia e intereses.

Algunas casas encuestadoras, como Arias Consultores y Mitofsky, publicaron algunos resultados sobre intención de voto, pero solamente en ciertos municipios. Sin embargo, la tendencia general parece sostenerse, es decir, que Morena lleva ventaja en varios municipios, pero tendrá competencia por algunas de las circunstancias ya señaladas y porque todavía el PAN, el PRI y, como fuerza emergente, MC, mantiene presencia en algunos municipios y pueden incluso competir por el perfil de sus candidatos y, también, por el realineamiento y alianzas construidas en los espacios locales. Por ejemplo, en Coatzacoalcos, aunque la intención de voto es favorable a Morena; las diferencias con el PRI son escasamente de 3 o 4 puntos porcentuales. Incluso en ese municipio, también, MC no está tan lejos de los principales contendientes, pues las diferencias porcentuales no rebasan los dos dígitos. En otros términos, se perfila una disputa cerrada entre esos tres partidos; quizás una negociación de último minuto pueda motivar una alianza de facto favorable a Morena o en su contra. Lo cierto es que, hasta el momento y con los escasos datos disponibles, la contienda local se observa muy cerrada.

Más o menos el mismo panorama se advierte en el municipio contiguo de Minatitlán. Es decir, aunque existe una intención de voto favorable a Morena (28.1%), tanto el PRI, como MC, pueden competir porque las preferencias están en ambos casos por encima del 16 por ciento.

Ahí mismo en el sur de Veracruz, otro de los municipios en disputa es el de Acayucan. Tradicionalmente ha sido gobernado por el PRI a través de una red familiar y de cacicazgos venidos a menos conforme han desaparecido del escenario político o por la presencia de otros competidores en el campo político-electoral y, también, por una renovación de liderazgos a través de los programas sociales identificados con Morena. El caso de Acayucan es particularmente revelador porque muestra la recomposición de las fuerzas políticas ya que el PT no irá en alianza con Morena. Además, el PRI lleva como candidato a un líder sindical de la SNTE cuyas redes clientelares y de promoción del voto pueden establecer la diferencia. Si bien las intenciones de voto favorecen a Morena, el escenario parece que se va cerrando y todo indica que no será un día de campo sino que habrá competencia.

Otro caso particularmente revelador es el de la zona metropolitana del Puerto de Veracruz. Ahí, los principales municipios (Veracruz y Boca del Río) están invertidas las tendencias, aunque pude cerrarse la contienda debido a que se trata de localidades con algunos márgenes de competitividad político-electoral. En el caso de Veracruz, Morena se perfila claramente con una intención de voto por encima del 40%; mientras que el PAN apenas ronda el 20% y casi en la misma cantidad se encuentra el PRI. En Boca del Río, por el contrario, ahí las tendencias favorecen al PAN con una intención de voto de alrededor del 50%; mientras que Morena se acerca al 30% y el PRI ha perdido toda capacidad de competir en este municipio, pues su intención de voto apenas supera el 5%; de modo que la contienda puede cerrarse entre el PAN y Morena. Ya veremos si le alcanza al partido oficial.

Más allá de estos casos, por supuesto que son igualmente importantes las contiendas que se escenifican en municipios como Córdoba, Orizaba y, desde luego, la capital del Estado: Xalapa. En el primer caso, todo parece indicar que Morena no tendrá problemas para llevarse el triunfo, pues tiene una intención de voto por encima del 50% y su más cercano competidor (el PRI) apenas rebasa el 10 por ciento. En Orizaba, por otro lado, de la misma forma parece estar definida la contienda a favor de Morena, pues la intención de voto ronda el 45%, mientras que sus competidores apenas y alcanzan un dígito (el PAN apenas supera el 5% de las preferencias; mientras que el PRI está literalmente por los suelos con tan sólo 3%).

La joya de la corona, Xalapa, puede resultar un manjar indigesto para el morenismo. Aunque las tendencias apuntan a un triunfo de Morena, los conflictos internos y, también, las divisiones al interior de la alianza que integra la 4T, hace más difícil la tarea para la candidata que, es verdad, tiene un buen perfil y una buena trayectoria política y en la administración pública local; pero estará enfrentando desafíos tanto internos como externos. Quizás porque están conscientes de las dificultades para ganar es que la candidata de Morena ha iniciado un gran esfuerzo de promoción del voto casa por casa. La intención de voto por Morena en la capital apenas y supera el 25% (de hecho, el conocimiento de la candidata está ligeramente abajo del conocimiento que el electorado tiene del partido), pero MC y el PRI están cerca del 20% de las preferencias. La capacidad de movilización no es monopolio de Morena en la capital y los competidores de la vieja clase política local parecen tener todavía los arrestos como para disputar el poder local en este municipio. Todo esto significa que habrá competencia y que el pronóstico es reservado.

Finalmente, en el norte de la entidad los ejemplos de Poza Rica y Tuxpan, por ejemplo, existe una tendencia claramente a favor de Morena; mucho más definida en el caso del segundo municipio que en el primero. En efecto, Morena tiene una intención de voto de casi el 60% en Tuxpan y de poco menos del 40 en Poza Rica; mientras que la oposición no alcanza siquiera los 10 puntos.

Todo proceso electoral tiene una dosis de incertidumbre y las elecciones locales en Veracruz no son la excepción a esta regla. A este panorama hay que añadir las condiciones muy locales de disputas por el poder de grupos y liderazgos que mantienen bajo control recursos con los que pueden canalizar para su muy particular causa la voluntad del electorado. Estamos a punto de ver semejante desenlace.