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Lunes 20 de octubre de 2025
D�as convulsos

Actualizado: 2023-01-23

Días convulsos


 


Por: Efraín Quiñonez León


lunes, 23 de enero de 2023


 


 


Apenas estamos tomándole el pulso a los problemas que nos depara el presente año cuando ya experimentamos algunos sobresaltos. Desde finales de 2022, por ejemplo, ya se había destapado un conflicto por la designación del nuevo presidente de la Suprema Corte, quien habría de ser electo en día dos del nuevo año.


 


Como se supo en su momento, entre varios de los nombrados se encontraba la ministra, Yasmín Esquivel, quien se decía era la propuesta que mayores simpatías despertaba a la presidencia de la república. Sin embargo, una filtración a la prensa puso en alerta a los actores políticos al cuestionarse la originalidad del trabajo de tesis de la ministra, cuando llevó a cabo sus estudios de licenciatura en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM. En sentido estricto, se dijo que la tesis había sido plagiada de un trabajo recep-cional presentado previamente, un año antes que el de la ministra Esquivel.


 


Con las vacaciones de fin de año, si bien la campaña en contra de la ministra no se detuvo, al menos hubo un ligero remanso que terminó por estallar los primeros días de 2023.


 


Pese a reconocer que el peso de su palabra puede incluso dañar a quienes pretende de-fender, el presidente López Obrador inició la defensa de la ministra y no por los mejores argumentos. La narrativa del daño real o figurado que los “conservadores” pretenden hacer a su administración cuestionando la probidad de los funcionarios que respalda, es cada vez más difícil de sostener porque existen evidencias que comprometen a la ministra y a las distintas instituciones involucradas en su caso.


 


Por su parte, la ministra Esquivel ha tratado de defenderse en los medios pasando del inoportuno argumento de ataques derivados de sus condiciones de género, hasta el inopi-nado razonamiento de que resultó ella la plagiada y no quien la ministra “deletrea” en su trabajo de tesis.


 


El presidente está en todo su derecho de defender las propuestas que hace a la nación, sobre todo en función de los perfiles que considera adecuados para llevar a cabo deter-minado tipo de funciones en la administración que él encabeza. Pero pretender minimi-zar el hecho de haber usado las peores prácticas para alcanzar un grado académico, desde el trivial razonamiento que implica aceptar que se trata de “pecadillos de juventud” que nadie puede decir que esté exento, no parece ser la mejor manera de respaldar a una funcionaria cuyos buenos oficios deberían estar sustentados sobre la base del buen juicio, apego a la verdad y sobre todo un escrupuloso sentido de la justicia. Pero ni la justicia, ni


las instituciones que deberían respaldarla, resulta uno de nuestros principales atributos con que nos distinguimos a escala global.


 


Tampoco se sostiene la visión de que los “neoliberales”, los “intelectuales orgánicos” y el conjunto de personajes que el presidente agrupa bajo el término de “conservadores” han sido mucho más corruptos y, por lo tanto, hacer trampa en la elaboración de una tesis de grado resulta un asunto muy menor frente a las dimensiones de la voracidad y el saqueo del que fue objeto el patrimonio nacional en el periodo neoliberal, resulta no solamente contradictorio y hasta insostenible frente a la estatura moral con que pretende este go-bierno reafirmar su intachable proceder. No es inapropiado que el presidente critique a quienes saquearon al país, lo inaceptable resulta que pretenda con ello sostener propues-tas a todas luces inviables.


 


Por ahora, el presidente juega a las vencidas en contra de quienes han criticado el des-propósito que significaba la propuesta de la ministra Esquivel a fin de dirigir el máximo tribunal de la república y ha tomado como bandera la defensa de la ministra, aunque no se trata ya de un respaldo hacia su persona, sino de una afrenta de los “conservadores” que resulta inaceptable para la autoridad presidencial.


 


Con todo, el caso empieza reportar sus primeras víctimas. En efecto, la UNAM ha tomado la decisión de rescindir el contrato de la maestra que asesoró la tesis de licenciatura de la magistrada Yasmín Esquivel, pero recula frente al problema central que significa la pro-ducción de trabajos para otorgar grados que no se sustentan sobre las mejores prácticas que digamos. Es verdad que el tema puede ser incluso más grave y que termine reba-sando a la propia UNAM. Ya han sido difundido casos en varias instituciones de educa-ción superior del país donde estallan conflictos como consecuencia de denuncias por pla-gio. Peor todavía, resulta un secreto a voces que existen trabajos de tesis que se venden al mejor postor, es decir, que hay un mercado irregular para la producción de “estudios” mediante los cuales puedan obtenerse grados académicos y, para desgracia de todos, se trata de un “negocio” que sobrepase a la propia universidad nacional.


 


A pesar de que la UNAM realizó toda una labor a fin de determinar el tipo de irregulari-dades y sus alcances, sus decisiones han sido cuestionadas en la medida en que transfiere a la SEP la responsabilidad de retirar la acreditación respectiva y el título que hoy ostenta la ministra Esquivel.


 


Mientras tanto el presidente presiona a las autoridades de la UNAM a que resuelvan si habrán de cancelar el grado otorgado a la ministra por las irregularidades que la propia universidad ha reconocido que existieron. Pero resulta incomprensible determinar el ra-zonamiento presidencial, salvo por un asunto de “autoridad”, de granjearse enemigos en un sector que ha sido simpatizante de su persona y movimiento.


 


La filtración que destapó el problema de la ministra Esquivel podría ser el resultado de los conflictos al interior mismo de la Suprema Corte, porque no hay que olvidar que la ministra era la carta fuerte para dirigir los destinos de la principal institución de justicia del país. Además, el hecho mismo de pretender imponerla es un indicador de que o bien se confió en la honorabilidad de la ministra sin consultar sus antecedentes o bien que, a pesar de conocer lo que manchaba su trayectoria, se decidió apostar por ella con todas las consecuencias del caso.


 


Por lo pronto, habrá que estar pendiente sobre curso que tome este caso por las implica-ciones que tiene tanto en el plano de la justicia, como en el medio académico del país. Todo parece indicar que los que vienen serán días convulsos, de modo que estaremos al filo de la navaja de escándalo en escándalo.

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